lunes, 20 de septiembre de 2010

¡Qué viva México!... pero no que sólo sobreviva.

Festejo del tan sonado bicentenario, con juegos pirotécnicos que adornaban el Zócalo capitalino y sus alrededores, con una imitación de Quetzalcóatl que más parecía un dragón chino, una catedral que bailaba y un ángel que revoloteaba, todo eso dirigido no por connacionales, sino por un australiano, Ric Birch.

No estoy en contra del gran festejo, ni de que se pretendiera celebrar la historia de México, cosa que es casi literalmente ya historia en las primarias federales; estoy en contra de los retenes por los que los ciudadanos tuvieron que someterse, estoy en contra de los francotiradores que rodearon el Zócalo, estoy en contra del olvido de la actual situación que se vive en el país, en contra de los impuestos mal invertidos, en contra de las obras públicas que nada tienen que ver con la conmemoración de los “200 años de historia”, en contra de la nueva e innecesaria sede del senado.

Estoy en contra del mal gobierno y su infinita corrupción.

El 16 en la tarde después del ¿desfile militar?, donde quienes sorprendieron fueron los ejércitos extranjeros y no el propio, aunque sí la PFP, siendo parte de esta tradición por vez primera. La pregunta es, ¿quiso nuestro presidente hacerle un favor a Genarito o es una de esas nuevas estrategias de “inteligencia”?

Lo que sí es un hecho es que el bicentenario comenzó a borrarse de la cabeza de las personas, que ya poco se habla de él, pero tal vez el Coloso quedará en las mentes de algunos, de algunos que se preguntaban quién era, y de otros que decidieron llamarlo Colosio.

Otra parte de la historia es la que está por venir, aterradora por cierto, no cabe duda alguna que el partido tricolor, el de los dinosaurios, el de los más de 70 años, ha resurgido como ave fénix, pero con el mismo parecido de zopilote, con las dos cámaras en sus manos y un gobernador que gana votos por ser guapo, veremos que nos espera.

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