lunes, 20 de septiembre de 2010

Desfile bicentenario

Poco a poco la gente se acumulaba a lo largo de la avenida Reforma intentando asegurarse una buena vista del desfile que daría inicio a las fiestas patrias del 15 de septiembre. Las glorietas que hace 100 años fueron coronadas de historia al ser decoradas con imporantes artífices del destino del país, eran testigos ahora de la reunión de miles de mexicanos entorno a la conmemeración de 200 años de libertad. Así, pasados unos minutos de las 6 de la tarde, empezándose a ocultar el sol, el desfile que daba cuenta de la vasta cultura mexicana dió inicio. Entre aplausos y silbidos, las personas y los carros alegóricos transitaron por todo Reforma con destino al Zócalo capitalino.


Los primeros en animar a la concurrencia fueron unas divertidas nópaleras tricolores que al cantar típicas canciones infantiles lograron sacar algunas carcajadas y otras tantas expresiones de incógnita. Hicieron presencia también diversas figuras dedicadas a conmemorar a los héroes tanto de la Independencia como de la Revolución. Fueron recordados también los principios constitucionales que se pudieron escuchar en voz de diversos participantes vestidos con atuendos de los diferentes oficios de la vida cotidiana. Un elemento que causó emoción entre los espectadores fue la recopilación de las raíces culturales que han dado pie a la población actual de México. A través de carros alegóricos decorados con elementos representativos de cada continente, se mostraron las culturas africanas, asiaticas,europeas e indigénas que nos han influenciado.


Para finalizar, ya con el cielo estrellado y despejado, con un espectáculo lleno de iluminación, carros y personas hicieron gala del enriquecimiento cultural mexicano y haciendo que la concurrencia demostrara el ritmo que nos caracteriza a los mexicanos, hicieron retumbar la avenida con los diferentes sones del país y pusieron a la gente a menear el cuerpo.


Sin embargo, lo que sin duda llamó más las atención de las personas haciendo que soltaran sonidos de exclamación y entusiasmo, fue el desfile alusivo al día de muertos que con carros decorados de calaveras y personas disfrazadas como diablos y esqueletos saltando de un lado al otro, demostraron que los mexicanos no temen a los muertos sino que son motivo de festejo.


Así, dejando a un público animado y listo para seguir con la celebración del grito de independencia y los conciertos programados en las glorietas de Reforma y el zócalo de la ciudad, culminó un desfile lleno de variedad y sorpresas.

Por Anaïs Pereda.

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