jueves, 18 de febrero de 2010

Amor con sabor

“Las mujeres solemos escribir triste. Nos entume la nostalgia, nos engarrota el recuerdo, nos vence la cotidianidad que todo lo cubre con la grisura de su polvo…Pero un libro como Como agua para chocolate, Novela de entregas mensuales con recetas, amores y remedios caseros nunca lo había visto en el valle de lágrimas de la literatura mexicana…” Elena Poniatowska

Recuerdo que en ese momento tenía no sólo las ganas, tenía la necesidad de que algo me conmoviera sin control alguno, de desahogar mi alma para liberar esa opresión que invadía mi pecho, y que pequeñas y grandes gotas saladas emergieran desde el fondo de un sitio desconocido para mí, humedeciendo mis ojos y recorriendo mis mejillas, y así fue, desde el momento en que Laura Esquivel me introdujo profundamente en la vida de Tita no dejé ni por un segundo de sentir, sentir el enorme deseo de cocinar, dejar atrás el asco de tomar la carne cruda entre mis manos, sentir el olor de las especies, del hervor del mole con guajolote, sentir la curiosidad de deleitarme con el afrodisíaco guiso de las codornices en pétalos de rosas, sentirme un fósforo que arde, sentir el abandono, sentir el coraje y sentir lo que es amor; en fin que cada cosa que desde ese momento en adelante pasara en mi vida sentirla con todo lo que soy.
Esta novela va más allá de lo que puedo en palabras expresar, porque a pesar de que he leído tantos libros que me han tocado, este es diferente, la autora con un lenguaje simple y una historia que no es del todo nueva pero que conjunta elementos del realismo mágico logra magistralmente plasmar la esencia de la mujer, de lo que en mi caso considero tener en un recóndito lugar de mi ser, escondido la mayor parte del tiempo, y que de vez en cuando logra escapar, pero en soledad, al abrir las páginas para leer la receta del champandongo o cualquier otra como quizá la de los chiles en nogada, al sacar un pastel del horno… y puedo llorar sin razón aparente, llorar sin saber porque lo hago, sin tratar de reprimir el llanto, llorar porque sí, porque como dice Esquivel, a veces uno empieza y se pica y ya no puede parar.
Como agua para chocolate, Novela de entregas mensuales con recetas, amores y remedios caseros está escrito para las mujeres, las que creen, pero a lo mejor no lo dicen, en el amor, en que puede ser posible que una pasión tan grande provoque un incendio casi incontrolable, en que no hay clavo que saque a otro clavo, en que es mejor estar sola sí no se está con la persona a la que se ama, en que cuando se hace realmente el amor los cuerpos pueden lanzar brillantes chispas, y en que es mejor arder un segundo a durar una eternidad.
Intento hablar del libro técnicamente pero me resulta imposible no dejar de llevarme por los sentimientos experimentados, es como si se pensara que al abrir la caja de Pandora no hubiera caos, eso es inverosímil, así me pasa, es inevitable que con el sólo hecho de tener el tomo en mis manos no se me empiecen a mover las entrañas, a percatarme de que un nudo en mi garganta comienza a formarse, y que algo como un enorme vacío pero que de repente se convierte en otra cosa que crece creando la sensación de que fuese a estallar y no cabe más en mi torso aparezca; tal vez sea por recordar… no, la verdad no sé cuál es el origen de este extraño suceso, sospechó que me ha nacido un indescriptible fervor hacía esta novela, algo que supera por mucho el papel y la tinta con lo que está hecha.
Y al terminar de leerla una vez más sólo me queda la enorme satisfacción de haber vivido un remolino emociones, de haberme conmovido y llorado hasta no poder más, la enorme satisfacción de haber realmente sentido.

1 comentario:

  1. "Tal parecía que en un extraño fenómeno de alquimia -no sólo la sangre de Tita, sino todo su ser-, se había disuelto en la salsa de las rosas, en el cuerpo de las codornices, en el vino y en cada uno de los olores de la comida. De esta manera penetraba en el cuerpo de Pedro, voluptuosa, aromática, calurosa, completamente sensual".

    Comparto tu encanto por el libro. Sin duda alguna, el "agua para hacer un buen chocolate" debe estar caliente, casi hirviendo.

    Me gusta perderme de vez en cuando entre las páginas del libro, pues entre tantas recetas, aún encuentro ese sentimiento de la pasión que debe existir en una mirada, en la atracción espontánea y -¿por qué no?, en los besos efímeros.

    Un beso, entonces.
    Lindo blog.

    Julio Guedimin

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